En realidad todo se trata de Dios. Él es el origen de todo lo que existe y todo lo que existe concluye en Él. Él creó todas las cosas y las creó para Él. De Él son todas las cosas y la razón de ser de todo es Él.
Dado que Dios es eterno, infinito e incognoscible, Su ser jamás podrá ser completamente comprendido, ni entendido, ni abarcado. Por lo tanto, nadie podrá explicar quién o cómo es Dios de forma totalmente precisa. Cualquier intento de comprender o abarcar a Dios en su totalidad es un esfuerzo en vano.
Sin embargo, aun cuando Su ser va infinitamente más allá de lo que jamás comprenderemos, Él nos ha revelado atributos muy claros de Su carácter, haciendo accesible para nosotros un conocimiento de Sí mismo suficiente para nuestra capacidad de entendimiento.
Por ejemplo, sabemos que Dios ES verdad, ES amor, ES vida, ES luz, ES hermosura, ES bondad, ES rectitud, entre otros. Nótese que la palabra “ES” está en mayúsculas para precisar que Dios ES Sus mismos atributos. Es decir que, dichos atributos y Dios, uno solo ES.
También es importante aclarar que Sus atributos y cualidades son de niveles infinitos y perfectos. Por ejemplo, Su hermosura es infinita, Su paz es infinita y Su amabilidad es infinita.
Nada hay más hermoso que Dios ni tampoco nada más elevado. Por tanto, no hay nada más valioso que Dios pueda darte que no sea Él mismo. Por eso, uno de los mayores actos de amor que Dios tuvo contigo fue crearte para que pudieras conocerlo. Que puedas conocerlo es el mayor acto de amor que Él puede tener contigo. Porque por amor el quiere que disfrutes de la mayor de las hermosuras, y la mayor de las hermosuras es Él mismo.